martes, 4 de octubre de 2016

Crítica: 31 (2016)


Película escrita y dirigida por Rob Zombie (The Devil’s Rejects). Se estrenó en VOD dentro de los Estados Unidos el pasado 16 de septiembre y llegará de manera limitada en cines a varios países durante este mes de octubre. Todavía no hay información sobre su salida en formato físico.

Sinopsis:

En la noche previa a Halloween, cinco personas son secuestradas y encerradas en un complejo conocido como “Murder World”. Un lugar donde serán obligados a participar en un sádico juego llamado 31, el cual consiste en sobrevivir durante 12 horas los constantes ataques de un grupo de maniáticos vestidos de payasos.



Comentarios generales:

Hablar sobre una película de Rob Zombie es como caminar por un terreno minado, ya que no importa lo que digas, casi siempre terminarás siendo alcanzado por los explosivos comentarios de sus más fervientes seguidores o de sus más recalcitrantes detractores. Es alguien que divide a los fans del género como pocos y definitivamente con 31 esa tendencia no va a cambiar en lo absoluto, esto a pesar de que se trata de un trabajo mucho menos experimental que The Lords of Salem y con el cual regresa a las bases que le dieron buenos resultados en sus inicios.

Ya que el director recurre nuevamente a ese aire de grindhouse setentero que maneja muy bien y a la creación de villanos con los cuales uno pueda obtener un rápido interés, siendo lo segundo algo fundamental para que el primer acto no sea completamente intrascendente. Esto porque la película inicia con un potente monólogo realizado por Doom-Head que establece algo en verdad oscuro, pero después de eso las cosas caen en un territorio poco interesante donde, salvo por una pequeña interacción, todo se siente vacío y con el avanzar del metraje queda en evidencia que bien se lo podrían haber evitado ante la nula relevancia que tienen estos primeros 25/30 minutos para el resto de la película.

Realmente lo interesante llega durante el segundo acto cuando da inicio el juego mortal, no tanto porque sea algo muy original (es una combinación de The Running Man con Battle Royale), sino porque son los propios asesinos quienes le brindan un toque único a las acciones sangrientas. Unas que para lo acostumbrado con Zombie son muchísimo más ligeras de lo que se podrían imaginar y cuyo ritmo es bastante caótico para mantener una intensidad muy elevada que no permita al espectador el ponerse a cuestionar ciertos sucesos que no presentan demasiada sustancia, pero que resultan entretenidos de ver ante la violencia presentada. Además de que la curiosidad que genera el saber cómo serán los siguientes payasos en aparecer ayuda muchísimo a que todo transcurra de manera ágil.

La parte final me dejó con un sabor un tanto agridulce. Por una parte, es tremendo ver a Domm-Head de regreso, él es sin duda el personaje con más fuerza y le brinda otro nivel de tensión a las acciones; sin embargo, por otra parte, la película no responde muchas preguntas que hubieran ayudado a redondear la historia (¿Quiénes son esas personas ricas?) y eso hace que el desenlace se sienta muy vacío.

Las actuaciones de los estelares no están mal, pero quienes se llevan los reflectores son los propios payasos; en especial Pancho Moler como Sick-Head y el enorme Richard Brake como Doom-Head. Ellos terminan siendo el alma de la película debido a que son los que reciben más exposición y, a pesar de que no tienen tanto desarrollo, si terminan convenciéndote no solo de que se trata de tipos enfermos, sino que además bien podrían expandir su historia en otras películas. 

La producción está bien cuidada: el trabajo de fotografía cumple, la dirección de arte es muy buena, el score bien pensado como siempre, el trabajo de sonido es efectivo, los efectos son llamativos a pesar de su simplicidad y el trabajo de maquillaje resulta un buen complemento.

Opinión final: 31 me entretuvo. Aunque para este punto creo solo queda decir que si son fans de Zombie la deben de checar y si no lo son, bueno… mejor evítenla.

Ojometro:
***